Napoleon Hill Libros
Napoleón Hill es en la actualidad el autor de autoayuda y superación más prestigioso de todo el
mundo. Gracias a él y a sus aleccionadoras palabras, cientos de miles de personas corrientes se han
sentido motivadas para convertirse en supermillonarias. Ha sido asesor de varios presidentes de los
Estados Unidos. Entre sus obras cabe destacar “La actitud mental positiva”.
En el terreno de la realización personal, la independencia financiera y la riqueza del espíritu,
más allá de lo que se puede medir en dinero, Piense y hágase rico es uno de los libros más
válidos de todos los tiempos.
Nunca hubo otro libro como éste, ni nunca podrá haberlo.
Fue inspirado por Andrew
Carnegie, que reveló su fórmula de realización personal al autor, Napoleón Hill, hace muchos años.
Carnegie no sólo llegó a ser multimillonario sino que hizo millonarios a una multitud de hombres a
los que enseñó su secreto. Otros 500 hombres ricos revelaron el origen de su riqueza a Napoleón
Hill, que ha pasado toda una vida de investigación difundiendo su mensaje a las personas de todas
las clases sociales que están dispuestas a aportar sus ideas, sus ilusiones y sus planes organizados a
cambio de la riqueza.
Centenares de personas han aplicado los famosos principios de este libro en aras de su propio
enriquecimiento. Sus secretos son tan intemporales y prácticos como lo eran en la primera edición
de Piense y hágase rico. En esta última edición, los principios y las fórmulas que conducen al éxito
se han hecho asequibles a todos aquellos que desean fervientemente hacer dinero y alcanzar las
ricas satisfacciones espirituales que la realización personal proporciona.
PIENSE Y HAGASE RICO
Piense y hágase rico es un libro eminentemente práctico, que indica «qué hacer y cómo». En
él, usted encontrará la magia de la autodirección, de la planificación organizada, la autosugestión,
las asociaciones inteligentes, un sistema sorprendentemente revelador de autoanálisis, planes
detallados para vender sus servicios personales y la riqueza de otras ayudas específicas,
provenientes de la experiencia de grandes hombres que han dado sobradas muestras de su valor.
La riqueza al alcance de su mano no siempre puede medirse en dinero.
Hay grandes riquezas en las amistades duraderas, las relaciones familiares armoniosas, la
simpatía y la comprensión entre los asociados, y en la armonía interna que da la paz de espíritu,
todos ellos valores mensurables en un plano espiritual.
Los conceptos primordiales de Piense y hágase rico lo prepararán para atraer y disfrutar de
estos estados superiores que siempre han sido y serán inaccesibles a todo el que no esté preparado
para ellos.
Cuando empiece a poner en práctica los principios de Piense y hágase rico, esté preparado
para una vida distinta, en la que no sólo las dificultades y tensiones se suavizarán, sino que estará
predispuesto a la acumulación de riquezas en abundancia.
Unas palabras del autor
En cada capítulo de este libro, que ha hecho fortunas para centenares de hombres
extraordinariamente ricos a quienes he analizado de manera exhaustiva durante muchísimos años,
se habla del secreto de cómo hacer dinero.
El secreto fue revelado a Stuart Austin Wier, de Dallas, Texas. Él estaba preparado para
recibirlo, hasta el punto de abandonar su profesión y ponerse a estudiar Derecho. ¿Que si tuvo
éxito? También relatamos esa historia.
Cuando trabajaba como director de publicidad de LaSalle Extension University
(Universidad a distancia LaSalle), que entonces era apenas algo más que un nombre, tuve el
privilegio de ver cómo J. G. Chapline, presidente de la universidad, usaba la fórmula con tanta
eficacia que hizo de LaSalle una de las universidades a distancia más importantes del país.
El secreto al que me refiero es mencionado no menos de un centenar de veces a lo largo de
este libro. No se lo nombra directamente, ya que parece funcionar con más éxito cuando se lo
descubre y surge evidente, cuando quienes están preparados pueden captarlo en su búsqueda. Por
eso, el señor Carnegie me lo señaló de forma tan discreta, sin darme su nombre específico.
Si usted está preparado para ponerlo en práctica, reconocerá este secreto al menos una vez
en cada capítulo. Me gustaría tener el privilegio de decirle cómo sabrá si está preparado, pero eso
le privaría de muchos de los beneficios que recibirá cuando haga el descubrimiento según su propio
criterio.
Si usted ha estado desanimado o ha tenido que superar dificultades extraordinarias, si ha
probado y ha fracasado, si se ha visto disminuido por la enfermedad o por defectos físicos, la
historia del descubrimiento de mi hijo y la aplicación de la fórmula Carnegie pueden demostrarle
que en el Desierto de la Esperanza Perdida existe el oasis que usted ha estado buscando.
Este secreto fue utilizado por el presidente Woodrow Wilson durante la Primera Guerra
Mundial. Fue revelado a cada soldado que luchó en el frente, cuidadosamente disimulado en el
entrenamiento que recibieron antes de ir a luchar.
El presidente Wilson me dijo que ése fue un
factor importante en la obtención de los fondos necesarios para la guerra.
Una característica peculiar de este secreto es que quienes lo adquieren y lo emplean se ven
literalmente arrastrados hacia el éxito. Si usted lo duda, lea los nombres de quienes lo han puesto en
práctica, donde sea que se mencionen; constate usted mismo sus logros y convénzase.
¡Nunca obtendrá nada a cambio de nada!
El secreto al que me refiero no se puede obtener sin pagar un precio, aunque éste sea muy
inferior a su valor. No pueden alcanzarlo a ningún precio aquellos que no lo estén buscando
intencionadamente. Es imposible conocerlo a la ligera, y no se puede comprar con dinero, porque
viene en dos partes. Una de ellas está ya en posesión de quienes se encuentran preparados para él.
El secreto sirve por igual a todos aquellos que estén preparados para recibirlo. La educación
no tiene nada que ver con él. Mucho antes de que yo naciera, el secreto alcanzó a ser propiedad de
Thomas Alva Edison, el cual lo utilizó de manera tan inteligente que llegó a ser el inventor más
importante del mundo, aunque apenas tenía tres meses de escolarización.
El secreto fue transmitido a Edwin C. Barnes, un socio de Edison, que lo utilizó con tanta
eficacia, que, aunque sólo ganaba unos doce mil dólares anuales, acumuló una gran fortuna y se
retiró del mundo de los negocios cuando todavía era muy joven. Se encontrará esta historia al
comienzo del primer capítulo. Usted se convencerá de que la riqueza no está más allá de su alcance;
que todavía puede llegar a ser lo que anhela; que el dinero, la fama, el reconocimiento y la felicidad
pertenecen a todo aquel que esté preparado y decidido a tener esos beneficios.
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